miércoles, 12 de mayo de 2010

Dignatarios con junta de acreedores

La esperanza esconde un miedo sangriento. Esconde la patada que tu nariz recibirá en instantes posteriores a tu estado de euforia. Es la fe débil, como dirían algunos filósofos de la vida misma. Es la alfombra que tapa la basura. Es el traje de los dignatarios.

Espero, con traje de roedora implacable pero con alma honesta, una buena aceitadita.

Espero, sino, que el cambio climático traiga de pronto lluvia de billetes, caidos de nubes grises llenos de dolor, que de algo debe servir el sacrificio.

Espero no regresar al puto pueblo que me vio nacer, donde la desesperanza de una vida burguesa y comprometida con los valores tradicionales me enganchen a nubes grises de las que desde luego, no llueve mucho dinero (el poco, para unos pocos).

Espero no tener que suprimir mi sexualidad, ni tener que luchar por un universo gay lleno de maricas burgueses y de lesbianas hostiles. Eso me espera. Eso esperu.

Espero seguir posando de dignataria en una sala muy decente, intentando decirle a alguien que la ley vale la pena, disimulando el rictus mortal que el desempeño jurídico genera para que la pobre, que ya pocas esperanzas alberga, no las pierda del todo. Mientras paguen, tudu bem, show must go on.

Espero amor. Espero tizar. Este es el momento de las estupideces. Quiero amar y a la vez colocar una tiza en tu mano derecha, y que mientras me ames traces una línea divisoria entre el antes de las deudas y el después de las deudas. Detrás de la línea hacen colita mis acreedores, recibiendo sin demasiada espera su rico billetín. Vendrías con un pan, con una torta bajo el brazo. Mataríamos pájaros de un tiro. Bastantiños.

La aventura caótica que inicié desde hace mucho tiempo, pero que definí un 29 de agosto, día heroico de no sé qué cosa (creo que cuando Tacna decidió ser Perú). Yo salía de una sórdida juerga, me sentía observada como mujer, auscultada por los policías tempraneros que vigilaban el órden público mientras se marchaba heroicamente. Acababa de bajarme en el cruce de JP con AQP, después de viajar apretujada en una combi de lata fina, un largo viaje desde el llauca, repito, una sórdida noche, pirañas detrás de mí. Cielo gris, omnipresencia policial, miradas de descalificación. Ideas sobre qué cachinear para parar la olla de la semana sin tener que recurrir a una alicaida tarjeta de crédito, hoy cadáver.

Pero nada, flaca. Ya estás subida en otra combi, de verdadera envergadura. Todo tiene que consolidarse. Piensa positivo. Pensar negativo es de gente que puede permitírselo, dárselas de malditista y seguir teniendo el frigider lleno de comida. Tú no, flaca. Tú no. Tú sigue leyendo tus cojudecitas baratas esperanzadoras, sí, llenadoras de fe débil, llenadoras como el pan, que no alimentan pero que te permiten tirar para adelante. ¿Cómo se te ocurre que el mendigo gaste 20 euros en un menú lujoso, cuando puede comprarse una barra de pan de los chinos y tener 19.50 para tirar de eso 2 semanas?.

Tengo que estar bien vestida para la cita con el séxyto.

Espero que me alcance para el Hermenegilda Seña de los chinos.

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