sábado, 10 de julio de 2010

Soledad

Una costumbre. La excepción que nos enseñan a creer que es regla. La tensión libertad-ataduras. Las pocas opciones. La maldita piedra de la soledad.

Camino por Cádiz. Hermosa ciudad. Desde luego. Digito mis pasos pero no puedo, la espontaneidad se impone como norma ineludible, imperativa. Hago agendas. Armo listas. Me enamoro de las posibilidades. Hago planes de laboratorio. No es posible.

"Ser gay será un camino muy tortuoso", me decía mi madre, entre lágrimas, cuando le confesé que lo era. Ya saben lo que diré enseguida: "no le faltó razón". Esta es la frase típica de los cuasi 34 años. Me quedan 10, quizás, para la reproducción. Según los optimistas, toda una vida para el amor. Según los realistas, más de una vida para que me reconozcan el derecho pleno de amar, pero así como se me reconoce, en mi país, el derecho de trabajar, si no hay chamba no lo puedo ejercitar. Si no hay mujeres, en consecuencia, ¿qué es lo que puedo hacer?. ¿Por qué cosas reclamar?.

Pero un rayo misterioso te-la-trae. El discurso de lo imprevisible hace aterrizar sus garras, cual alas, en un aeropuerto de ganas. Eres un niño desbocado, con poluciones nocturnas, no tiras desde hace mil, te estás desgarrando pero lo disimulas inteligentemente. Llega ese pequeño toque, ese regalo no previsto por tus agendas armadas sofisticadamente. Ese regalo que no está en chueca.com, en match.com, en los bares de ambiente con las bimbas bosés de turno que se sienten deseadas y te desprecian desde su agresiva nuca, ligeramente rapada. Cae, de improviso, pero sus falencias enferman. Quizás por eso nos queremos morir cuando se van para siempre, porque se van para siempre, salvo ese 1% de estabilidades logradas contra viento y marea (una de mis razones poderosas de apoyo al matrimonio gay es que no sólo deberían darles el derecho legal a ordenar y sistematizar ese estar junt@s, sino también la Orden del Sol por haberse soportado tanto al punto de querer engancharse con el peso de la Ley). El for ever and ever existe para el que se ha portado bien en la vida pasada y casi todos hemos sido unos grandísimos hijos de puta, nada nos depura, nada nos salva, la ley del karma es implacable. Te quiero abrazar. Si España mañana se baña, te mando la perdida que andabas esperando desde hace más de 12 meses, perra.

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